La efímera belleza
Lo bello y lo siniestro
“Al brillar un relampago nacemos,
Y aun dura su fulgor, cuando morimos:
Tan corto es el vivir!
La gloria y el amor tras que corremos,
Sombras de un sueno son que perseguimos:
Despertar es morir!”
Gustavo Adolfo Bécquer 1861
La belleza efímera de la juventud, Un momento fugaz en el tiempo, Una flor frágil que florece y se desvanece con el viento.
La promesa de vida por delante, Un mundo de infinitas posibilidades, Un futuro lleno de esperanza y sueños, Un viaje aún por explorar.
Pero la muerte siempre está al acecho, una sombra que nos sigue, un recordatorio de nuestra mortalidad, una verdad que no podemos ignorar.
La belleza de la juventud es un regalo, un tesoro que apreciar, un momento que saborear, un recuerdo que conservar.
Pero la juventud no es para siempre, y pronto debemos enfrentar la verdad, que la vida no es más que un momento fugaz, y la muerte siempre está cerca.
La fragilidad de la juventud es un recordatorio de que la vida es preciosa y fugaz, de que cada momento es un regalo que debemos apreciar y abrazar.
Porque la muerte no es el final, sino un nuevo comienzo, un viaje hacia lo desconocido, un misterio que espera ser explorado.
Así que abracemos la belleza de la juventud y la fragilidad de la vida, valoremos cada momento y vivamos nuestras vidas al máximo.
Porque al final, no son los años que vivimos, sino los momentos que atesoramos, los que definen nuestras vidas y hacen que valga la pena vivirlas.
La muerte es un misterio que nos envuelve, un velo oscuro que nos cubre los ojos, una sombra que nos sigue a donde vamos, una certeza que nos acecha en cada esquina.
La belleza, por otro lado, es efímera, un destello que brilla por un instante, un rayo de luz que se desvanece en la oscuridad, una flor que se marchita con el tiempo.
La vida es un camino que recorremos, un sendero lleno de altibajos y sorpresas, una aventura que nos lleva a lugares inesperados, una historia que escribimos con cada paso que damos.
La muerte y la belleza son dos caras de la misma moneda, dos fuerzas que se atraen y se repelen, dos verdades que se complementan y se contradicen, dos misterios que nos desafían y nos inspiran.
En la juventud, la muerte parece lejana, un horizonte que se pierde en la distancia, una sombra que no nos alcanza, una idea que no nos preocupa.
Pero la vida es frágil y efímera, un soplo de aire que se desvanece en el viento, un suspiro que se pierde en el silencio, un latido que se apaga en la noche.
La belleza es un regalo que nos hace la vida, un tesoro que debemos cuidar y proteger, un milagro que nos sorprende y nos emociona, un reflejo de la luz que brilla en nuestro interior.
La muerte es un recordatorio de nuestra mortalidad, una llamada a vivir cada momento con intensidad, una invitación a amar y a ser amados, una oportunidad de dejar una huella en el mundo.
La belleza y la muerte son dos caras de la misma moneda, dos verdades que nos desafían y nos inspiran, dos misterios que nos invitan a reflexionar, dos regalos que nos ofrece la vida.
Lo bello y lo siniestro, Dos caras de una misma moneda, Vida y muerte, entrelazadas, juventud y vejez, una sola línea.
El mundo es un escenario, y nosotros somos meros actores, nuestras vidas no son más que un momento fugaz, en el gran esquema de las cosas.
La belleza de la juventud, Una época de inocencia y asombro, Una época de infinitas posibilidades, Una época de esperanza y sueños.
Pero la juventud es pasajera, y pronto nos encontramos, en medio de la vida, con todas sus alegrías y tristezas.
La belleza de la vida, un tiempo de amor y risas, un tiempo de crecimiento y cambio, un tiempo de aprendizaje y descubrimiento.
Pero la vida es frágil, y pronto nos encontramos, en medio de la muerte, con todo su dolor y tristeza.
La belleza de la muerte, un tiempo de paz y descanso, Un tiempo de liberación y libertad, un tiempo de reencuentro y renovación.
Pero la muerte es siniestra, y pronto nos encontramos, en medio de la vejez, con toda su fragilidad y decadencia.
La belleza de la vejez, un tiempo de sabiduría y reflexión, un tiempo de aceptación y gracia, un tiempo de amor y legado.
Pero la vejez es pasajera, y pronto nos encontramos, en medio de la muerte, con todo su misterio y maravilla.
Lo bello y lo siniestro, la vida y la muerte, la juventud y la vejez, todo parte del mismo viaje, todo parte de la misma historia.
Que abracemos la belleza y enfrentemos lo siniestro, que apreciemos la vida y aceptemos la muerte, que celebremos la juventud y honremos la vejez, porque todos son parte de nosotros, y todos somos parte de ellos.
“Amada, en esta noche tú te has crucificado
sobre los dos maderos curvados de mi beso,
y tu pena me ha dicho que Jesús ha llorado,
y que hay un Viernes Santo más dulce que ese beso.
En esta noche rara en que tanto me has mirado,
la Muerte ha estado alegre y ha cantado en su hueso.
En esta noche de Septiembre se ha oficiado
mi segunda caída y el más humano beso.
Amada, moriremos los dos juntos, muy juntos;
se irá secando a pausas nuestra excelsa amargura;
y habrán tocado a sombra nuestros labios difuntos.
Y ya no habrán reproches en tus ojos benditos;
ni volveré a ofenderte. Y en una sepultura
los dos nos dormiremos, como dos hermanitos.”
César Vallejo, 1918
“Mi dulce Estrella
Eras mi amor de juventud, mi amiga, mi luz. Llenaste mis días de alegría y deleite. Tenías una sonrisa que podía iluminar cualquier habitación. Tu nombre te hacía justicia, Estrella. Tenías un corazón puro y verdadero.
Te encantaba cantar, bailar, jugar. Tenías un sueño para cada día. Querías viajar, aprender, crecer. Tenías mucho para dar, para mostrar, para iluminar con tu brillo interior.
Pero el destino fue cruel y te apartó de mi vida. Dejaste este mundo en un frío día de invierno. Eras demasiado joven, demasiado dulce, demasiado buena. No merecías este destino, debería haber sido yo.
He vivido una vida larga y feliz. He visto las maravillas de este mundo. He encontrado tu amor, tu paz, tu dicha en cada lugar y en cada rincón que he visitado de este mundo. He tenido más tiempo, más oportunidades, más y más que no he deseado.
Pero te fuiste y yo estoy aquí. Tu recuerdo. Te extraño mucho, derramé una y mil lágrima. Siento tu ausencia, tu vacío, tu dolor. Ojalá pudiera verte, abrazarte otra vez.
Pero sé que en realidad no te has ido. Todavía estás conmigo, en mi corazón, en mi alma. Aún me estás mirando, guiando, amando. Aún eres mi Estrella, mi compañera de viaje y mi meta.
Me inspiras a vivir, a amar, a tener esperanza. Me enseñas a ser fuerte, a afrontar la situación. Me recuerdas que debo estar agradecido, apreciar y sonreír. Me ayudas a ser mejor, a sanar y a crecer.
Eres mi Estrella, mi amiga, mi luz. Eres mi ángel, mi amor. Eres mi memoria, mi tesoro, mi regalo.
Eres mi universo y te extraño.”
José A. Galán 1967
“No sé lo que he soñado
en la noche pasada.
Triste, muy triste, debió ser el sueño,
pues despierto la angustia me duraba.
Noto al incorporarme
húmeda la almohada
y por primera vez sentí, al notarlo,
de un amargo placer henchirse el alma.
Triste cosa es el sueño
que llanto nos arranca,
mas tengo en mi tristeza una alegría…
¡Sé que aún me quedan lágrimas!”
Cerraron sus ojos
Que aun tenia abiertos;
Taparon su cara
Con un blanco lienzo:
Y unos sollozando,
Otros en silencio,
De la triste alcoba
Todos se salieron.
La luz, que en un vaso,
Ardia en el suelo,
Al muro arrojaba
La sombra del lecho;
Y entre aquella sombra
Veíase a intervalos,
Dibujarse rígida
La forma del cuerpo.
Despertaba el día,
Y a su albor primero
Con sus mil ruidos
Despertaba el pueblo.
Ante aquel contraste
De vida y misterios,
De luz y tinieblas,
Medite un momento:
“_¡¡Dios mio, que solos
se quedan los muertos!!_”
De la casa en hombros
Llevaronla al templo,
Y en una capilla
Dejaron el féretro.
Allí rodearon
Sus pálidos restos
De amarillas velas
Y de paños negros.
Al dar de las animas
El toque postrero,
Acabo una vieja
Sus últimos rezos;
Cruzo la ancha nave,
Las puertas gimieron,
Y el santo recinto
Quedose desierto;
De un reloj se oía
Compasado el péndulo,
Y de algunos cirios
El chisporroteo.
Tan medroso y triste,
Tan obscuro y yerto,
Todo se encontraba…
Que pensé un momento:
“_¡¡Dios mio, que solos
se quedan los muertos!!_”
De la alta campana
La lengua de hierro,
Le dio, volteando,
Su adios lastimero.
El luto en las ropas,
Amigos y deudos
cruzaron en fila,
Formando el cortejo.
Del ultimo asilo,
oscuro y estrecho,
Abrió la piqueta
El nicho a un extremo.
Allí la acostaron,
Tapiaronle luego,
Y con un saludo
Despidiose el duelo.
La piqueta al hombro,
El sepulturero
Cantando entre dientes
Se perdió a lo lejos.
La noche se entraba,
Reinaba el silencio;
Perdido en las sombras,
Medite un memento:
“_¡¡Dios mio, que solos
se quedan los muertos?!_”
En las largas noches
Del helado invierno,
Cuando las maderas
Crujir hace el viento
Y azota los vidrios
El fuerte aguacero,
De la pobre niña
A solas me acuerdo.
Allí cae la lluvia
Con un son eterno;
Allí la combate
El soplo del cierzo.
Del húmedo muro
Tendida en el hueco,
Acaso de frio
Se hielan sus huesos!…
¿Vuelve el polvo al polvo?
¿Vuela el alma al cielo?
¿Todo es vil materia,
Podredumbre y cieno?
Y no sé; pero hay algo
Que explicar no puedo
Que al par nos infunde
Repugnancia y duelo,
Al dejar tan tristes,
¡Tan solos los muertos!
Gustavo Adolfo Bécquer 1861
A mi amigo Joan Turú Vallés
“Tenía una pasión por el espacio
por las estrellas, los planetas, los cometas
por los agujeros negros, las galaxias, los multiversos
por los ovnis, los aliens, los abducidos.
Tenía una obsesión por la verdad
por las pruebas, las pistas, las evidencias
por los informes, los testimonios, los documentos
por los secretos, las conspiraciones, las revelaciones.
Tenía una ilusión por el contacto
por el encuentro, el diálogo, el intercambio
por el conocimiento, la comprensión, la amistad
por el apoyo, la ayuda, la salvación.
Tenía una decepción por el mundo
por la guerra, la violencia, la injusticia
por la pobreza, el hambre, la enfermedad
por la ignorancia, el egoísmo, la crueldad.
Tenía una desesperación por el futuro
por el cambio, el progreso, la evolución
por el destino, el propósito, el sentido
por la esperanza, la fe, la razón.
Tenía una decisión por la muerte
por el fin, el escape, la liberación
por el salto, el vuelo, la partida
por el sueño, la aventura, la misión.
Tenía una carta por el adiós
por el perdón, el agradecimiento, el amor
por la explicación, la confesión, la despedida
por la promesa, el deseo, el reencuentro.
La muerte es el final de todo
el último suspiro, el último latido
el último adiós, el último abrazo
el último recuerdo, el último sueño.
La muerte es el inicio de nada
el vacío, el silencio, la oscuridad
la ausencia, la soledad, la tristeza
la nostalgia, el dolor, la angustia.
La muerte es el destino de todos
el inevitable, el inexorable, el ineludible
el misterio, el enigma, el secreto
el temor, el horror, el terror.
La muerte es el desafío de algunos
el valiente, el heroico, el altruista
el mártir, el santo, el profeta
el rebelde, el revolucionario, el visionario.
La muerte es el consuelo de otros
el cansado, el enfermo, el sufriente
el oprimido, el marginado, el excluido
el desesperado, el angustiado, el suicida.
La muerte es el arte de pocos
el poeta, el pintor, el músico
el escultor, el fotógrafo, el cineasta
el escritor, el dramaturgo, el novelista.
La muerte es el misterio de la vida
el origen, el sentido, el propósito
el destino, el camino, el viaje
el aprendizaje, el crecimiento, el legado.”
José A. Galán 1972
La vida es el regalo más precioso
el milagro, la maravilla, la magia
el origen, la fuente, la esencia
el valor, el sentido, el propósito.
La vida es la oportunidad más grande
el reto, la aventura, la experiencia
el aprendizaje, el crecimiento, el desarrollo
la superación, la mejora, la excelencia.
La vida es la expresión más bella
el arte, la música, la poesía
el color, la forma, el sonido
la belleza, la armonía, la alegría.
La vida es la relación más profunda
el amor, la amistad, la familia
el encuentro, el diálogo, el intercambio
la comprensión, el respeto, la empatía.
La vida es la acción más noble
el servicio, la ayuda, la solidaridad
el compromiso, la responsabilidad, la justicia
la paz, la libertad, la dignidad.
La vida es la actitud más sabia
el agradecimiento, la humildad, la generosidad
el optimismo, la esperanza, la fe
la ilusión, el entusiasmo, la felicidad.
La vida es el canto más hermoso
el que nace del corazón, del alma, del espíritu
el que se eleva al cielo, al infinito, al eterno
el que se une al canto de la vida.
José Antonio Galán Vázquez 2023